Historia de PuntarenasPuntarenas

Dr. Mario Caldera Maliaño: el pediatra que marcó generaciones en Puntarenas

Cientos de porteños recuerdan con gratitud al médico que entregó su vida a la niñez de Puntarenas

Por Yo Amo Puntarenas

El 7 de mayo de 2019 partió físicamente uno de los médicos más queridos y recordados de Puntarenas: el doctor Mario Caldera Maliaño, pediatra de vocación, consejero de familias y símbolo de humanidad en la atención médica.

Nacido en Rivas, Nicaragua, y naturalizado costarricense, el Dr. Caldera dedicó su vida profesional al Hospital Monseñor Sanabria, donde durante décadas brindó salud, alivio y esperanza a miles de niños porteños y a sus familias. Su amabilidad, humor y trato cercano lo convirtieron en un verdadero pilar de la comunidad.

Su consulta, en el hospital y en su consultorio, era mucho más que un espacio médico: era un lugar donde los niños se sentían seguros y los padres encontraban orientación y consuelo. El legado del Dr. Caldera trasciende lo profesional, representó la esencia del médico humanista, aquel que veía a cada paciente como parte de su familia.

Así lo recuerdan los porteños

Los comentarios en nuestra publicación de homenaje (que puedes ver aquí) dejaron al descubierto el profundo cariño de Puntarenas hacia su pediatra eterno. Aquí compartimos algunas de esas voces:

Nazareth Correa Rodríguez: “Tenía la paciencia de llamar siempre a dar seguimiento a sus pacientes. Lo vi regalar medicamentos, donar juguetes y hacer de su clínica un lugar familiar. Un gran ser humano con una vocación de servicio increíble.”

Hellen Salas: “Llegué sin cita porque mi hijo tenía síntomas de apendicitis. Lo acostó, lo examinó y al instante dijo: ‘Es apendicitis aguda’. Llamó al anestesiólogo y en media hora mi hijo estaba en cirugía. Le debo su vida.”

Carlos Loría: “Fuimos amigos por años. Una vez me lo llevé a bucear a la Isla y me hizo reír todo el día. Era sincero, alegre y apasionado por la vida.”

Karla Quesada Molina: “Siempre nos tomábamos una foto en cada consulta. Él fue y será un ángel para nosotros, el doctor de los juguetes 🧸❤️.”

Nancy A. Rodríguez: “Mi hijo estuvo grave con bronquiolitis y él le dio seguimiento hasta que sanó. A mi hija me decía: ‘Hija, esta negrita está perfecta, no te preocupes tanto’. Era un doctor con alma de padre.”

Maribel Masís: “Fue el médico de mis hijos desde niños hasta adolescentes. Siempre decía: ‘Todo a su tiempo’. Enseñaba valores más allá de la medicina.”

Grettel Castrillo Sánchez: “Le salvó la vida literalmente a una de mis hijas. No cobraba si veía necesidad. Dios lo tenga en su reino.”

Chema Fallas: “Desde que llegó a vivir al barrio El Carmen demostró ser un ser humano intachable. Fue el pediatra de los hijos de los trabajadores del INCOP y amigo de todos.”

Virginia Alfaro: “Fue una bendición que Dios lo pusiera en nuestro camino. Curó a mi hija después de años de tratamientos fallidos. Siempre lo recuerdo con cariño.”

Maribel Brenes Masís: “Su pasión no le permitía fallos. Una vez se disculpó por no haber escuchado un soplo en el corazón de mi hijo, y personalmente me consiguió cita con un cardiólogo pediatra. Así de comprometido era.”

Las historias se repiten con un mismo hilo conductor: gratitud, amor y respeto. Cientos de porteños coinciden en describirlo como un hombre generoso, humilde, entregado a su profesión y profundamente humano.


Un legado que perdura

Más que un pediatra, el Dr. Caldera fue un símbolo del Puntarenas de antes: solidario, sencillo, trabajador y profundamente humano. Fue un médico que “no conocía el no” cuando se trataba de un niño enfermo. Su ética y vocación dejaron huella en generaciones que aún lo recuerdan con lágrimas y sonrisas.

Hoy, al evocarlo, Puntarenas no solo recuerda a un médico: recuerda al amigo, consejero y ángel de bata blanca que dedicó su vida a sanar cuerpos y corazones.

Gracias, Doctor Caldera. Su legado vive en cada niño que ayudó a crecer.

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