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Esperanza y sueños en el Cocal: jóvenes apostando por la educación superior

Decenas de jóvenes porteños realizaron este sábado la prueba de admisión de la Universidad de Costa Rica en la Sede del Pacífico, bajo un ambiente lleno de ilusión, nervios y esperanza.

Este sábado, frente a la Sede del Pacífico de la Universidad de Costa Rica, en El Cocal de Puntarenas, se vivió una tarde distinta: cientos de jóvenes esperaban bajo la llovizna su turno para realizar la prueba de admisión. Nervios, ilusión y orgullo se mezclaron en un ambiente que reflejó el valor de una generación que sigue creyendo en la educación como camino hacia un futuro mejor.

Hoy, frente a la Sede del Pacífico de la Universidad de Costa Rica, presencié una escena cargada de emoción, nervios y esperanza. Centenares de muchachas y muchachos aguardaban, bajo una ligera llovizna, pacientes y expectantes para ingresar a la prueba de admisión.

Vi también a madres, padres, hermanas, hermanos… brazos que animan, miradas alentadoras, manos que acarician el hombro para dar seguridad. Esa imagen poderosa resume algo: no están solos.

Algunas caras reflejaban el temor de qué pasará. Otras, un brillo contenido como quien está a punto de emprender algo grande. Y otras, esa energía de quienes sueñan en voz alta: “Yo puedo, yo quiero, yo voy a estudiar”.

Porque en esta tierra nuestra, muchos jóvenes siguen apostando por ese escalón de vida que llamamos educación superior. Quieren crecer, no solo para ellos, sino para sus familias. Anhelan condiciones mejores, oportunidades distintas, caminos que antes parecían lejanos.

Es triste recordarlo así, pero es real: en Puntarenas, solo una pequeña proporción de los jóvenes que inician la escuela logran llegar a la educación superior, una brecha que se mantiene por debajo del promedio nacional y que refleja las desigualdades territoriales que aún persisten en el país.

Pero hoy vi que hay quienes luchan para romper ese techo. Vi esfuerzo, vi fe. Vi que para muchos este momento no es solo un examen, sino la puerta entreabierta a un sueño.

A quienes leemos esto, apoyemos estos pasos. Animemos con palabra, con acción. Tener una universidad en la región —como la UCR en el Pacífico— no es solo una estructura física; es una esperanza latente para comunidades completas.

Que esas miradas nerviosas se transformen en rostros decididos. Que esos sueños que hoy vuelan encuentren suelo firme mañana. Y que nunca, jamás, dejemos de creer que la educación es el camino que puede cambiar vidas. 🧡

¡Que vivan los estudiantes!

Por: Fabián Méndez

 

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