En el corazón del Cantón Central de Puntarenas, Costa Rica, las comunidades de Chacarita, Fray Casiano, Bella Vista, Carrizal y 20 de Noviembre enfrentan desafíos sociales y económicos profundos; sin embargo, un nuevo edificio se levanta como un faro de esperanza en torno a la educación. El Liceo de Chacarita, recientemente trasladado a sus nuevas instalaciones, representa mucho más que una simple mejora en la infraestructura educativa.
“Cuando llovía, esto se inundaba, salían las aguas negras”, recuerda Ronny Garita Chavarría, actual director del Liceo, con quien conversamos en medio del ajetreo propio de su cargo. Las antiguas instalaciones, deterioradas hasta el punto de ser peligrosas, representaban un obstáculo literal para el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes, en algún momento trascendió un vídeo de una pared que estaba a punto de caer.
Hoy, el contraste es impactante. El nuevo edificio, con una inversión de más de ¢6.590 millones, es el proyecto educativo más grande jamás construido en Costa Rica.
Según datos del Ministerio de Educación Pública (MEP), la construcción del nuevo Liceo de Chacarita inició en octubre de 2021, tras más de una década de espera y reclamos bien fundamentados de la comunidad.
El proyecto, que incluyó 36 aulas académicas, laboratorios, talleres, biblioteca, comedor y espacios deportivos, se levantó en el mismo terreno donde se ubicaba el antiguo edificio, ahora transformado en un espacio moderno y funcional.
“El terreno se tuvo que rellenar” apuntó el director del centro educativo, quien también recordó que cuando llovía el edificio se inundaba, inclusive les tocaba colocar bloques de cemento para que los estudiantes pudieran llegar a las aulas “sin mojarse tanto”.
Con tecnología de punta en su planta de tratamiento de aguas, que suministra agua apta para el riego de zonas verdes, rampas de acceso, calentador de agua solar, un ascensor y espacios diseñados para el aprendizaje, la creatividad, el arte como el anfiteatro y un gimnasio completamente nuevo, el Liceo ofrece un entorno que inspira y motiva a un cambio que va más allá de las paredes.
“Es un monstruo, así le decimos”, indica Juan Carlos Badilla Cruz, profesor de estudios sociales, quien además fue alumno del Liceo, “es enorme por todos lados”. Para Badilla, quien experimentó de primera mano las carencias del antiguo edificio, el nuevo Liceo es motivo de orgullo para todos los involucrados.
A pesar de la alegría por las nuevas instalaciones, el Liceo enfrenta retos importantes. El equipamiento es una de las principales preocupaciones. “Tenemos los pupitres, pero hay que habilitar talleres”, explica Garita. “Tenemos dos talleres de Industriales, dos talleres de hogar, dos talleres de artes plásticas. Tenemos un gimnasio cuyo piso es de primer mundo…”. La necesidad de mesas, equipos especializados y materiales para los talleres es urgente.
Ante esta situación, la junta directiva de padres de familia ha buscado maneras de ayudar a solucionar, inclusive han organizado una colecta para apoyar al Liceo en la adquisición del equipamiento necesario.
Más que ladrillos, vigas y cemento, un cambio de mentalidad
“Esto es una oportunidad de crecer, socialmente, intelectualmente y sobre todo como persona”, afirma Garita. El nuevo Liceo no solo brinda un espacio físico mejorado y muy amplio, sino que también sus integrantes buscan fomentar un cambio de mentalidad. Los estudiantes, muchos de ellos provenientes de entornos difíciles, encuentran en el Liceo un refugio, un lugar donde pueden dejar atrás las problemáticas de sus comunidades y enfocarse en su educación.
Badilla observa cómo los alumnos han recibido estas nuevas instalaciones con entusiasmo: “Están muy contentos… haciendo esfuerzos para cuidar y para no dañarlo”. Una actitud que en buena medida refleja un sentido de pertenencia y responsabilidad para con la institución, reconociendo de que el Liceo es un espacio valioso que debe cuidarse.
Jenny Vargas González, profesora de química, comparte esta observación: “Los chicos están muy contentos y también se les ha comenzado a educar con respecto a cuidar el colegio”.
Visión a futuro
El Liceo de Chacarita es un ejemplo inspirador de cómo la educación puede transformar vidas y comunidades. En un entorno donde los desafíos son muchos, este nuevo edificio representa una luz de esperanza, un espacio donde los sueños pueden florecer y el futuro se construye desde el presente.
El MEP ha destacado que el proyecto del Liceo de Chacarita es un ejemplo de su compromiso con la mejora de la infraestructura educativa en todo el país. La inversión en este proyecto, la más grande hasta la fecha en el sector educativo costarricense, demuestra la importancia que el gobierno otorga a la educación como motor de desarrollo social y económico. Este proyecto tuvo luz verde durante el gobierno de Luis Guillermo Solís
Carlos Hernández Álvarez, profesor de inglés y exdiputado, no puede ocultar su emoción al hablar del nuevo Liceo de Chacarita. “Para mí es motivo de una gran alegría”, confiesa. “Nuestros muchachos están acostumbrados a estar en lugares no muy bonitos, no muy adecuados… ver las instalaciones, tener la oportunidad de estar ahí… significa mucho”.
Hernández, quien ha estado vinculado al Liceo durante toda su vida, recuerda las condiciones deplorables del antiguo edificio y celebra la transformación que ha experimentado la institución. “Ver esa infraestructura con un alto nivel de comodidad para todos es una gran alegría”, afirma. Para él, el impacto del nuevo Liceo va más allá de lo académico; se trata de brindar a los estudiantes un entorno digno y motivador que les permita desarrollar todo su potencial. “El impacto es grande en el ánimo de los muchachos y la tranquilidad de estar en un lugar con la mejor condición”, asegura.
Con una capacidad para más de 1000 estudiantes diurnos y alrededor de 800 estudiantes del Cindea, el nuevo Liceo de Chacarita está listo. Sus instalaciones modernas y accesibles, que cumplen con la Ley 7600 de accesibilidad, garantizan que todos los estudiantes, sin importar sus capacidades, tengan la oportunidad de recibir una educación de calidad.
El Liceo de Chacarita es más que un edificio; es una especie de faro de esperanza que puede iluminar el camino hacia un futuro mejor para Puntarenas. Es un recordatorio de que la inversión en educación es una inversión en el futuro y en el presente, y que cada estudiante, sin importar su origen, merece la oportunidad de alcanzar su máximo potencial en condiciones dignas.